Llegabas sonriente y pasajera,
redimida de experiencias.
Yo esperaba apoyado en la estación,
relajaba su peso sobre mis espaldas.
Salimos a contrapie pero sin prisa,
tu pelo reflejaba la tarde.
Tomaste un café junto al paseo marítimo,
mi té rojo se consumía dedicado a observarte.
Y paseamos como si cabalgaramos arcoiris,
la tensión relamía el ambiente y nuestros cuerpos.
El tiempo juraba dejarme sin tiempo,
acallamos a los pasajeros de cercanías cuando nos besamos.
Al fin te marchaste.Yo quedaba esperanzado y solícito.
Mi tren llegaba mientras el tuyo partía,
tu sabor impregnaba cada espacio vacío.