En mis mañanas recorre sediento
de placer innato mis entrañas y
por dentro retuerce historias,
desde mi hombro a la espalda.
Es un dolor de extinción primigenio,
cual si fuera rebelión en España.
La rojigualda victoriosa y ostentosa,
sometiendo a la tricolor de mi cuerpo.
Por ello seguimos vencidos y ralos,
cual cabello de Sansón,humillados.
Agachando la cabeza a la más mínima,
sellando el dolor de un país en nuestra firma.
Bueno,igual sólo era temor sentido y no educado,
reminiscencias incongruentes de un oscuro pasado.
O quizá la primavera perdonándome la vida,
llevándose los placeres y dejándome desidia.