Rodeados de inmundicia y hollín,
pican las entrañas de nuestra tierra.
Son los desheredados del sistema fabril,
sus pulmones se rellenan de polvo y piedra.
Todos te piden que no llores,obrero,
que sigas luchando y no desistas.
Que sus muertes sean la ruta a la revolución del pueblo
y que hagan que no sucumbas a proyectos liderados por equilibristas.
Todo es conciencia y honor allá abajo,
nada de individualismos,ni capitalismo.
Sus caras negras,fiel reflejo de su trabajo,
netas en aquellos momentos en que denunciaron el inmovilismo.
Quedan tras ellos orgullo de clase
y la lucha sin fin desgajada de desidia.
Queda el deber de tomar las calles y armarse,
de todos los sentimientos que nazcan del interior de las minas.
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