Un fantasma recorre de nuevo Europa,
escondiéndose de la ciudadanía adormecida.
Ahora,solos tú y yo,fingiendo desgarrarnos la ropa
mientras la luz yace apagada por impago o por desidia.
Cae la blusa que antaño peleaba a ciegas,
la soledad no entiende de acompañantes.
Por lo que vamos abriendo las puertas que ondeaban vacilantes,
más no te sublimo,pues hace ya tiempo que me lo niegas.
Te levantas,te sirves ron y pastilla en una copa,
te tambaleas como en un baile de druida.
Caes,queda tu cuerpo recostado en nuestra alcoba,
como firma final en el contrato manuscrito de tu alma suicida.
Va llegando la mañana y tus ojos aún me observan,
pues ambos quedaron fijos sobre mi tez arrogante.
Yo recojo las cerillas y voy rociando el acelerante,
mientras abandono su cuerpo y la sala,observando como ambos se queman.
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