Los cipreses se disfrazan de elefantes,
cada nueva mañana son como trompas sus piñas.
Destruyendo con inquina los instantes,
de las tardes en que la lluvia regaba nuestra campiña.
Y las hiedras,tan solícitas como siempre,
florecen y dan fruto,envenenando nuestras vidas.
Son como soles los numerosísimos enseres,
que ahora alfombran la tierra y asesinan las margaritas.
Mas cuando los pinos se desangren en melaza,
caerán las bolsas y mercados de sonrisas solitarias,
solapando las mañanas a las tardes,
abandonando a las noches a una suerte matemática.
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