Hoy puede desordenar mis papeles,
poner fin a la razón.
Reclamando amor en cada uno de los burdeles,
que regenté soñando en cambiar el sístole de su corazón.
Sólo divagaba,pues no amanecía,
y mi alma inexistente se desgarraba.
Tan solo buscaba sueños en un gremio que no dormía,
la noche iba cerrando los antros que hace unas horas mi sed regaban.
Viajaba a ninguna parte cansado,
culpable de asesinato.
Por el camino la luz se divertía acariciando,
mi dermis era un tapiz perfecto para deshacer sus rayos.
-¡La cárcel no es mayor castigo!,
pensé con alegría.
Y mis pasos se encaminaron aprisa
al interior de una comisaría.
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