Suelo escribir con renglón torcido,
Dios me señala,pero mi ateísmo le ignora.
Hacendado de tierra quemada y de amores baldío,
trabajo perdido por mi ineptitud oradora.
Losas de mármol son mis constantes oprobios,
verdades de acero que la razón no perdona.
Sumido en un pozo de fondo siempre vacío,
errores infantiles por mi papel de "prima donna".
Que sirva pues de acicate para cambiar mi camino
y a la sazón halle razón la sinrazón que me asola.
Váyase la oscuridad y venga el saber cristalino,
pues no estaré cuando haya vuelto la crítica mordaz y soñadora.
Me iré como el sexo de los casados que fueron novios,
como ruido ajeno que desdibuja lo que toca.
Camarada dando la vida por ideales que les son propios,
fin de etapa ignominiosa empañada por los días de vino y rosas.
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