Hoy la lluvia me ayuda a asumir mis fracasos,
moja de nuevo mi reseco delirio de abril.
Vuelvo a enviar sin remite las cartas del diario,
que un día me propuse empezar pero que nunca escribí.
Hoy tras largos resuellos y llantos,
he decidido esperarte al salir.
Derrotado acabaré este eterno calvario,
que recorro desde el momento en que te olvidaste de mi.
Mas no consigo escribir sobre estepas,
ni valles floridos,ni sobre un paradisíaco jardín,
ya que mi estrofa se halla anidando en tu ropa,
desde el mismo instante en que te conocí.
Eras el continuo escribir de mis letras,
llama azul y morada de mi fuego febril.
Templo en el que rezarte cual divinidad dadivosa,
tú atea del amor que te entregaba,esperando un final feliz.
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