Adivino el futuro de mis dispares dedos,
difuminando las arrugas que comienzan a figurar,
entre mis uñas maltrechas,por no poder trabajar,
por culpa de esos hijos de Caín,sí,de ellos.
Hoy me cercioro de que el espejo sigue moviendo la manija de los relojes,
observando como el peine se lleva lo que hasta ayer era mío.
Y mi adn rueda por sus púas y el por el suelo frío
removiendo el aire las pelusas que del ambiente se recogen.
Aún así,miro mis dedos y el maldito espejo,
y mis ojos se dilatan tras los cristales de mis gafas.
Alzo la cabeza,suspiro,miro mi reflejo,
recordándome que la vida no te espera mientras el tiempo pasa.
Más en el fin no me esperarán quienes me conocen,
solo una panda de secretarios de un ente vacío,
que disfrutarán viendo mi cuerpo inerte abierto cual batracio,
al que utilizan para investigar mientras revuelven su abdomen.
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