Cerré las puertas de un cielo que anhelaba,
pensando con ello que no supuraría mi alma,
de tardes extintas donde la soledad reprimía,
las ansias de sentir una mano distinta a la mía.
Pero las facturas del tiempo vencen deprisa,
acercándose la fecha de desechar la divisa.
El Domingo se acercaba como una nube preñada,
lenta por el agua,fugaz de ilusión almidonada.
Allí te vi esperando como colegiala asustada,
eternizando los minutos a que cruzara aquella esquina.
Al fin,tu rostro se aparecía ante mi tez resquebrajada,
nerviosismo nanométrico ante una cita sibilina.
Fuego febril en tus ojos vislumbraba,buscando la salida,
y se cruzaron las miradas,halo de luz deshilachada.
Noté como si vinieran vientos de cambio hacia mi vida,
se quemaban tras de mi las horas,anhelándote en la madrugada.
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