Pruebas el sabor de las nubes,
dolorosos los hombros que apoyan.
Las escaleras que subes no acaban,
será fría y hueca la argolla que empujes.
Y hoy ves tu cuerpo violado por horas,
corcel enarbolado de tez quejosa.
No hay ley que ilumine tu lúgubre alcoba,
ni genio al frotar lámparas maravillosas.
Ticas en aceras de sol y nieve,
a la espera del efebo fértil y solo.
Sueña el querubín con ser quien te libere,
de cárceles de amor,hechas sin modal ni decoro.
Acaba la noche y marchas a solas,
con la certeza de ser esa nadie de la que escribió Galeano.
Tú bien sabes que el capital es amo y señor de las cosas,
y sin querer mueren los sueños,quedando ya lejanos.
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