Comienza una nueva poesía,
como cada noche,como cada día.
Como una horda de vocablos viciados,
que se obcecan en volverme a cerrar el paso.
Por la oscuridad cavernosa que me ciega,
por sentarme a tu lado,
esperando a que lluevan plantígrados mansos,
olorando los olores de los colores de mayo.
Y ya no quedan tormentas veraniegas,
ni inundaciones de palabras cultas,
que ya no me importa,si me quieres o me insultas,
pues perdí hace ya siglos mi atormentada alma labriega.
No habrá religiones que inunden mis sentidos,
ni dioses paganos sobre monedas y billetes cuñados,
tampoco en partidos donde se jueguen mi pais a una carta,
que no quiero volver a ver sus antifaces,
pues sólo los utilizan para que no divisen su dura cara.
Pues de nuevo albergan mis ánsias placeres humanos,
pocetas de agua salada donde alimentar mi alma,
donde poder pensar que el mundo que te rodea,te deja de rodear,
donde aclamar libertades banales,que murieron bajo cemento en los arenales.
Carecen de grandiosidad mis consternados tobillos,
que sostienen mi cuerpo verticalmente erguido,
que consiguen que camine sobre ascuas de hielo,
y que mantienen fresco el musculo con el que escribo.
Mas no quiero que suene a despedida,
pero comienzo a escuchar la cornucopia de la derrota,
advierte a todo el planeta que comience a buscar una salida,
y comienzo a descansar de mi escritura,dado el cansancio que se me denota.
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