Metal que atraviesas mi pellejo y mis entrañas,
sabes destronar la cordura de mi reino de serenidad,
haciendo que sufrir sea el verbo que mi voz repita,
tornando mi tez decrépita y mi humor una atrocidad.
Maldita y a la vez bendita aleación que sujetas mi autoestima,
perforando para ello mis músculos y huesos de mi siniestro hombro.
Pareja de titanes que rehicisteis los cimientos de mi absurda vida,
sumida toda ella en alud de sinrazón y de los más pesados escombros.
Escribo esta oda intentando con ella olvidar el dolor,
cada noche,cada día,repetido con intensa sensación.
Lo hago como quién escribe una carta a su perpetuo carcelero,
con cuidado de no hacerlos sentir ruines,por miedo a que continúen su soneto.
Más sé que este dolor tendrá fin el día en que yo muera,
quede lejos,quede cerca,el momento en que mi función cese,
seguiré desafiando a este resquemor que me acompaña aunque me pese,
esos trozos de titanio son un antes y un después en una vida pasajera.
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