Crees sumisa mi fluvialidad desecada,
y no eres la primera que divaga entre mis nubes.
Sopesas desvirgarte entre el carrizal y la cañada,
bajan mis acciones en la bolsa del resplandor de tu perfume.
Son como lluvia de verano en anochecer helado,
las plateadas retamas,bajo la luna dorada,
cual espejismo ecológico,desencantado,
de haber conocido la tez mesomediterránea.
Y vuelvo a recordar tu cara,tus temidos rasgos,
aquellos que desahuciaban miradas y gráciles gestos,
de tu faz naturalizada que es aurora de porcelana,
al llegar la mañana,al llegar la mañana...
Compadezco,pues,al ladrón que te desvalije,
al anciano que se fije,en las curvas de tu facción,
pues caerán como el agua al contacto con el aceite,
cuando su vista se deleite,con las curvas de tu tacón.
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