Reconozco un asesinato,que cometo cada año,
el de mi corazón herido,cosido a balazos.
Lo hago manteniéndome firme,erguido,
sosteniendo con cordeles aquello que se había soltado.
Soltaba lastres apesadumbrados,de nubes dolidos,
como jardín que nota que agosto llega,dormido,
cansado de sostener las manijas de este reloj sovietizado,
sabiendo que pasan las horas,bajo la dictadura del proletariado.
A sepelio por año,corazón por temporada,
reniego de razón velada,por exculparte este daño,
que no es sino fuego en mis venas cada vez que te marchas,
cuando me cambio este traje de baño,por uno más simple de rayas.
Claro está que en esta cárcel tu superioridad es innata,
tú pones reglas y normas,yo soy aquí quién las acata.
Resistes envites alados,de mi andar obsesionado con esos tacones de aguja,
y me increpas duramente,me dices granuja,mientras te arranco el sostén a bocados,y tu gimes cediendo el permiso,y yo empujo pidiendo disculpas.
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